Miedo a comer: Comprendiendo la cibofobia

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Depressed woman hungry from dieting

El acto de comer, además de ser una necesidad biológica, está profundamente vinculado a las emociones, la cultura y la experiencia personal. Sin embargo, para algunas personas, sentarse frente a un plato puede convertirse en una fuente de ansiedad y angustia. Este fenómeno, conocido como cibofobia o miedo a comer, es un trastorno psicológico que afecta de manera significativa la calidad de vida.

¿Qué es la cibofobia?

El término cibofobia proviene del griego sitos (alimento) y phobos (miedo). Hace referencia al miedo irracional y persistente hacia ciertos alimentos o a la acción de comer en general.

Se trata de un trastorno de ansiedad que no debe confundirse con los trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia o la bulimia, en los cuales la restricción alimentaria está vinculada principalmente a la imagen corporal. En el miedo a la comida, el origen suele estar relacionado con creencias irracionales sobre los alimentos, experiencias traumáticas previas (como atragantamiento o intoxicación) o ansiedad generalizada (American Psychiatric Association, 2013). Esto implica no sólo «no querer comer», sino que se trata de una fobia en la que la persona percibe los alimentos como una amenaza para su seguridad.

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Manifestaciones del miedo a comer

Las personas que presentan fobia alimentaria pueden experimentar síntomas similares a otros trastornos de ansiedad, como:

  • Palpitaciones, sudoración, temblores, taquicardias o mareos al enfrentarse a la comida.
  • Angustia, desorientación, ideas irracionales de miedo, pérdida de concentración y preocupación extrema.
  • Desconfianza hacia la comida elaborada por otros
  • Pensamientos catastróficos como “este alimento me hará daño” o “me voy a atragantar”.
  • Evitación de consumir alimentos que se han preparado anteriormente.
  • Evitación de comidas sociales o restaurantes por miedo a comer en público.
  • Restricción alimentaria extrema que puede llevar a déficit nutricionales.

En algunos casos, este miedo no se limita a un solo alimento, sino que se generaliza a diferentes categorías (grasas, carnes, lácteos, alimentos crudos). Esta conducta restrictiva puede derivar en desnutrición o en el desarrollo de trastornos alimentarios evitativos/restrictivos (ARFID, por sus siglas en inglés) descritos en el DSM-5.

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Causas del miedo a comer

El miedo al comer puede tener múltiples orígenes:

  1. Experiencias traumáticas: Atragantamiento en la infancia, intoxicaciones alimentarias o vómitos intensos.
  2. Ansiedad y control: Personas con altos niveles de ansiedad pueden proyectar sus miedos en la comida.
  3. Aprendizaje vicario: Ver a otros enfermar por alimentos o recibir mensajes negativos sobre ciertos productos.
  4. Asociaciones irracionales: Creencias rígidas en torno a la toxicidad de los alimentos, temor a bacterias o contaminación.

Estudios recientes señalan que las fobias específicas, incluida la cibofobia, se relacionan con una hiperactivación de la amígdala y la corteza prefrontal, estructuras cerebrales implicadas en el procesamiento del miedo (LeDoux, 2015).

Asimismo, Natalia Seijo Sostiene que el miedo a comer no sólo está asociado a traumas previos, sino a:

  • Sistema nervioso en alerta: La persona queda atrapada en un estado de hipervigilancia, donde el cuerpo asocia la comida con peligro, donde el sistema nervioso autónomo queda condicionado a reaccionar con alarma ante los alimentos, tras una experiencia traumática con la comida.
  •  Alteración en el apego y regulación emocional: El vínculo con la comida está muy conectado con el apego temprano (alimentación en la infancia, figura cuidadora, sensaciones de seguridad o inseguridad). Muchas veces existe dificultad para conectar con las señales internas de hambre y saciedad, en caso de experiencias negativas (forzar a comer, comer asociado a dolor o enfermedad), lo que refuerza la evitación, puesto que la persona “no confía en sus propias sensaciones corporales”. Al no poder regular la ansiedad de forma emocional, se recurre a la evitación de la comida como una forma de sentirse seguro.
  • Respuestas somáticas: El miedo a comer activa síntomas físicos (náuseas, taquicardia, sudor, dolor abdominal). Estos síntomas son reales (no inventados) y provienen de la activación del sistema nervioso simpático (respuesta lucha/huida). Como cada intento de comer se asocia con malestar físico, el cerebro confirma la idea de que la comida es peligrosa, lo que cierra el círculo fóbico.

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Consecuencias psicológicas y físicas de la cibofobia

El miedo a comer no solo afecta la salud física por la restricción de nutrientes, incluyendo:

  • Desnutrición y pérdida de peso
  • Problemas gastrointestinales
  • Fatiga crónica y mareos
  • Alteraciones hormonales y del sistema inmune

Asimismo, esta fobia alimentaria afecta el bienestar emocional y psicológico:

  • Dificultades en la construcción de identidad (autoimagen marcada por la vulnerabilidad y la inseguridad)
  • Sensación de pérdida de control
  • Culpa y vergüenza
  • Riesgo de depresión

 

Muchas personas desarrollan aislamiento social al evitar reuniones que giran en torno a la comida. Además de tensión familiar y dificultad para compartir comidas. Por otro lado, el estrés crónico que genera “comer con miedo” puede intensificar otros trastornos de ansiedad o depresión.

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Abordaje terapéutico

El miedo a comer cuenta con la posibilidad de un tratamiento eficaz desde la psicología clínica. Estas pueden llevarse con Terapia Cgnitivo-Conductual (TCC), Terapia con EMDR, Terapia Sensoriomotriz, Neurofeedback, Exposición gradual e intervención multidisciplinar.

Se debe devolver al paciente una relación sana con la comida, desde un trabajo con la huella emocional y corporal. Asimismo, con una mirada autocompasiva, no por “manía” ni “capricho”, sino como una respuesta de supervivencia que se puede transformar.

Conclusiones

La cibofobia no es solo “miedo psicológico” sino un estado corporal de alarma sostenida. Esto quiere decir que, implica un estado de hiperactivación fisiológica y emocional en el que el cuerpo aprende a responder a la comida como si fuera una amenaza real. En este punto, se pierde la conexión de las señales internas de hambre/saciedad, y refuerza la fobia a través de síntomas somáticos.

Comprender que el miedo a comer es una respuesta aprendida y no una debilidad personal abre la puerta a la recuperación y al restablecimiento de un vínculo más sano con los alimentos.

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Referencias

Behar Astudillo, Rosa. (2020). El amplio espectro de los trastornos evitativos/restrictivos de la ingestión de alimentos, ortorexia y otros desórdenes (alimentarios). Revista chilena de neuro-psiquiatría58(2), 171-185. 

LeDoux, J. (2015). Anxious: Using the Brain to Understand and Treat Fear and Anxiety. Viking.

Seijo, N. (2020). Trauma y disociación en trastornos alimentarios [Presentación]. ISTD (International Society for the Study of Trauma and Dissociation).

Universidad Europea. (2022, 15 de diciembre). Cibofobia: el miedo a comer. Blog Universidad Europea.

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Sí. Puede provocar déficit nutricional, pérdida de peso excesiva y afectar el sistema inmunológico y emocional de la persona.
Puede originarse en experiencias traumáticas (como atragantamientos), ansiedad generalizada, mensajes negativos sobre la comida o asociaciones irracionales con la toxicidad.
No. Aunque ambos implican dificultades con la comida, la cibofobia se centra en el miedo irracional a comer, mientras que los trastornos como la anorexia están relacionados con la percepción del peso y la imagen corporal.

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Imagen de Juliana Urioste Sotomayor
Juliana Urioste Sotomayor
Licenciada en psicología, con diplomado en psicología clínica y maestría en Psicoterapia con EMDR en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Matrícula Profesional U-10336407. Con experiencia en trastornos de estrés y trauma, esencialmente diagnóstico de Trastorno de Estrés Postraumático y disociación, así como experiencias adversas infantiles, desde el enfoque integrativo. Manejo de la intervención en población adulta e infanto-juvenil, a partir de una mirada integradora, encaminada al desarrollo de habilidades y comprensión interna. Actualmente incluida en el equipo de apoyo para la formación como facilitadora y supervisora del Entrenamiento Oficial de EMDR América Latina.
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