Autolesión en adultos: Comprensión clínica 

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Autolesión en adultos

La autolesión en adultos es un fenómeno complejo que implica hacerse daño físico de manera intencional, sin la intención explícita de acabar con la vida. Este comportamiento, también conocido como autolesión no suicida (ANS), suele ser un intento de manejar emociones intensas, aliviar tensión psicológica o recuperar una sensación de control. Aunque se asocia más comúnmente con la adolescencia, cada vez más estudios evidencian su presencia significativa en personas adultas.

¿Qué es la autolesión?

La autolesión se define como cualquier acto deliberado de daño corporal sin intención suicida, como cortarse, quemarse, golpearse o rascarse la piel hasta causar lesión (American Psychiatric Association, 2013). La autolesión en adultos, puede estar vinculado a:

  • Estrés crónico o eventos traumáticos.
  • Trastornos emocionales como depresión, trastorno límite de la personalidad (TLP) o ansiedad.
  • Dificultades para regular las emociones.
  • Experiencias adversas en la infancia, como abuso o negligencia.

Aunque no existe una intención directa de morir, las autolesiones aumentan el riesgo de intentos suicidas futuros.

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Factores psicológicos y emocionales

En la edad adulta, las autolesiones pueden cumplir distintas funciones psicológicas:

  • Regulación emocional: descargar emociones negativas intensas, como ira, tristeza o culpa.
  • Comunicación no verbal: expresar sufrimiento cuando las palabras no parecen suficientes.
  • Autocastigo: asociado a creencias de merecer dolor debido a sentimientos de culpa o vergüenza.
  • Recuperar control: generar una sensación momentánea de control frente al caos emocional.

Según Chapman et al. (2006), el dolor físico puede producir un alivio temporal al activar la liberación de endorfinas, lo que refuerza el comportamiento.

Trauma y autolesión en adultos

La autolesión en adultos puede comprenderse como una conducta asociada a experiencias traumáticas no resueltas, donde el dolor físico funciona como un anclaje frente a la sobrecarga emocional o a estados disociativos. Tras un trauma (especialmente en la infancia), el sistema nervioso puede quedar hipersensibilizado, dificultando la regulación emocional y generando respuestas extremas ante el estrés (van der Kolk, 2015). 

En estos casos, la autolesión busca interrumpir un malestar interno intolerable: durante episodios de disociación, el daño corporal actúa como una vía para “volver al presente”, mientras que, en momentos de intensa activación emocional, produce un alivio temporal al liberar endorfinas y reducir la tensión. 

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Autolesiones no suicidas vs riesgo suicida

Aunque el término autolesiones no suicidas (ANS) describe actos sin intención de morir, es importante no minimizar el riesgo. Pese a que su motivación principal no es la muerte, su presencia indica un alto nivel de sufrimiento psicológico y se asocia con un mayor riesgo de desarrollar conductas suicidas en el futuro, dependiendo de la frecuencia, gravedad y contexto emocional. 

Asimismo, este riesgo aumenta cuando las ANS se vuelven frecuentes, se combinan con consumo de sustancias o coexisten con depresión, trastorno límite de la personalidad o antecedentes de trauma. Por ello, toda autolesión debe evaluarse por un profesional de salud mental.

Tratamiento para las autolesiones en adultos

El tratamiento de las autolesiones en adultos debe abordar tanto los síntomas como las causas subyacentes.

Las terapias que han demostrado eficacia significativa, cuentan con la Terapia dialéctico-conductual (TDC), Terapias centrada en trauma, como EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares), y la Terapia cognitivo-conductual (TCC). 

Estos abordajes se centran principalmente en la regulación emocional, la tolerancia al malestar, el reprocesamiento de información desadaptativa, abordaje de pensamientos disfuncionales, y estrategias de afrontamiento. Asimismo, el tratamiento farmacológico puede tratar trastornos comórbidos como depresión o ansiedad.

Por último, las técnicas de autocuidado y sustitución de conductas, como escribir, el ejercicio físico, la respiración profunda o aplicar estimulación sensorial segura (por ejemplo, sostener hielo) pueden ayudar a manejar los impulsos.

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El papel del entorno social

El apoyo familiar y social resulta fundamental en casos de autolesión en adultos. Las personas que se autolesionan suelen temer ser juzgadas o incomprendidas, lo que incrementa el aislamiento. Las autolesiones a menudo se ocultan por vergüenza o temor al estigma.

Una comunicación empática, sin minimizar el dolor emocional, puede motivar a buscar ayuda profesional.

Conclusiones

La autolesión en adultos es un fenómeno multifactorial que, aunque no tenga una intención suicida directa, refleja un profundo sufrimiento emocional y la necesidad de estrategias de afrontamiento más adaptativas. 

Comprenderla permite identificar que no se trata de un simple “hábito dañino”, sino de un mecanismo complejo que responde a experiencias pasadas, estados emocionales intensos y, muchas veces, a la dificultad de expresar el dolor de forma verbal. 

Un abordaje integral, que incluya terapia psicológica, posible apoyo farmacológico, estrategias de autocuidado y un entorno social empático, ofrece mayores posibilidades de recuperación y prevención, ayudando a las personas a desarrollar recursos internos para regular sus emociones y afrontar el malestar sin recurrir al daño físico.

Referencias

American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5th ed.).

Klonsky E. D. (2009). The functions of self-injury in young adults who cut themselves: clarifying the evidence for affect-regulation. Psychiatry research166(2-3), 260–268.

Mayo Clinic. (2024). Autolesiones/cortes: Síntomas y causas. Mayo Clinic.

Van der Kolk, B. A. (2015). El cuerpo lleva la cuenta: Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma. Eleftheria.

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Escuchar sin juzgar, ofrecer apoyo y animar a buscar ayuda profesional. Evita minimizar el dolor o presionar para que deje de hacerlo de inmediato.
Aunque es más estudiada en adolescentes, investigaciones recientes muestran que un número importante de adultos también se autolesiona.
No necesariamente. La autolesión no suicida busca aliviar el malestar emocional, pero sí aumenta el riesgo de intento suicida en el futuro.

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Imagen de Juliana Urioste Sotomayor
Juliana Urioste Sotomayor
Licenciada en psicología, con diplomado en psicología clínica y maestría en Psicoterapia con EMDR en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Matrícula Profesional U-10336407. Con experiencia en trastornos de estrés y trauma, esencialmente diagnóstico de Trastorno de Estrés Postraumático y disociación, así como experiencias adversas infantiles, desde el enfoque integrativo. Manejo de la intervención en población adulta e infanto-juvenil, a partir de una mirada integradora, encaminada al desarrollo de habilidades y comprensión interna. Actualmente incluida en el equipo de apoyo para la formación como facilitadora y supervisora del Entrenamiento Oficial de EMDR América Latina.
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