Lesión autolítica: Cuando el dolor se vuelve físico

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En este artículo, abordaremos el tema de la lesión autolítica, es un comportamiento complejo y a menudo malentendido. La autolesión, a diferencia de los intentos suicidas, no busca acabar con la vida, sino que se convierte en una herramienta para gestionar un dolor emocional abrumador. Es la manifestación física de una angustia interna, donde la persona recurre a infligirse daño para liberar tensiones, sentir algo distinto al vacío o castigarse por sus emociones. A lo largo de estos párrafos, exploraremos las motivaciones detrás de este comportamiento, desmitificaremos conceptos erróneos y, lo más importante, ofreceremos una visión empática y una guía para comprender y abordar este tema con la seriedad y el respeto que merece.

Lesión autolítica

¿Qué es una lesión autolítica?

Una lesión autolítica, también conocida como autolesión no suicida (LANS), son el acto de infligirse daño físico a uno mismo de forma deliberada, sin la intención consciente de acabar con la vida. Es un comportamiento complejo que surge como una estrategia de afrontamiento para manejar un dolor emocional intenso o una angustia abrumadora.

¿Por qué ocurre?

Las personas que se autolesionan no lo hacen por buscar atención o por un simple capricho. El dolor físico, en este contexto, cumple varias funciones:

  • Liberar emociones intensas: El acto de autolesionarse puede funcionar como un escape o una válvula de escape para sentimientos abrumadores como la ira, la tristeza, la ansiedad, la culpa o la desesperanza.
  • Sentir algo: Algunas personas describen sentirse vacías o «entumecidas». El dolor físico les ayuda a sentirse «vivas» y a reconectar con la realidad.
  • Sentir control: Cuando se enfrentan a situaciones de la vida que perciben fuera de su control, las autolesiones les dan una sensación de dominio sobre su propio cuerpo y su dolor.
  • Castigo: Puede ser una forma de autocastigo por sentimientos de baja autoestima, culpa o autodesprecio.

Diferencia con el intento de suicidio

Es crucial entender que las lesiones autolíticas no son lo mismo que un intento de suicidio. La principal diferencia radica en la intención. La autolesión tiene como objetivo aliviar el dolor emocional, no terminar con la vida. Sin embargo, esto no significa que no sea un comportamiento de riesgo. Las personas que se autolesionan con frecuencia corren un mayor riesgo de tener pensamientos suicidas y, si no reciben ayuda, el riesgo de un intento de suicidio aumenta con el tiempo.

Tipos comunes de lesión autolítica

Las lesiones autolíticas pueden manifestarse de diversas formas, siendo las más comunes:

  • Cortes: Utilizando objetos afilados como cuchillas, cristales o cuchillos.
  • Quemaduras: Con cigarrillos, fósforos o planchas calientes.
  • Golpes: Pegarse a uno mismo o golpear objetos con los puños.
  • Rascarse o morderse: A veces hasta el punto de sangrar.
  • Arrancarse el pelo: O hurgarse las heridas para evitar que cicatricen.

La mayoría de estas lesiones se realizan en partes del cuerpo que se pueden ocultar fácilmente, como los brazos, las piernas o el estómago. Reconocer estas señales, así como el uso de ropa de manga larga incluso en días calurosos, puede ser un indicio de que una persona está pasando por esto. Si bien hablar de autolesión puede ser incómodo, es el primer paso para ofrecer ayuda y apoyo.

Lesión autolítica

Tratamiento para la lesión autolítica

El tratamiento de las lesiones autolíticas requiere un enfoque dual: el cuidado físico de las heridas y el tratamiento de la causa emocional subyacente. Ambos son cruciales para la recuperación.

1. Cuidado físico de las lesiones

Las heridas, sin importar su gravedad, deben ser tratadas para prevenir infecciones y complicaciones. Esto es lo que se recomienda:

  • Lavar la herida: Utiliza agua y jabón suave para limpiar la herida. No frotes con fuerza, simplemente enjuaga suavemente para eliminar la suciedad.
  • Detener el sangrado: Aplica una presión suave pero firme sobre la herida con un paño limpio o una gasa. Mantén la presión hasta que el sangrado se detenga.
  • Desinfectar: Aplica un antiséptico suave o una pomada antibiótica.
  • Cubrir la herida: Usa un vendaje limpio y estéril para cubrir la herida y protegerla de bacterias. Cámbialo regularmente.
  • Buscar ayuda profesional: Para cortes profundos, quemaduras graves o cualquier herida que no deje de sangrar, es fundamental buscar atención médica de urgencia.

2. Tratamiento de la causa emocional

El cuidado de las heridas físicas es solo el primer paso. El verdadero trabajo consiste en abordar el dolor emocional que lleva a la autolesión. Aquí es donde la ayuda profesional es indispensable.

  • Terapia psicológica: La terapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia dialéctica conductual (TDC) son muy efectivas. Ayudan a la persona a identificar los desencadenantes emocionales, a desarrollar mecanismos de afrontamiento saludables y a regular sus emociones sin recurrir a la autolesión.

Por ello te recomendamos leer el artículo “Psicología y terapia: la llave para tu salud mental”.

  • Apoyo social: Es importante que la persona se rodee de amigos y familiares que la apoyen y la comprendan, sin juzgarla.
  • Grupos de apoyo: Conectar con otras personas que han pasado por experiencias similares puede ser de gran ayuda, creando un espacio seguro para compartir y aprender.
  • Medicación: En algunos casos, un médico puede recomendar medicación (como antidepresivos o ansiolíticos) para tratar trastornos subyacentes como la depresión o la ansiedad.

El tratamiento de la lesión autolítica es un proceso largo y requiere paciencia, perseverancia y empatía, pero es posible la recuperación.

Conclusión

En resumen, la lesión autolítica es un grito de dolor, una estrategia desesperada para manejar emociones que parecen demasiado pesadas para soportar. Más allá de cualquier juicio o estigma, es la manifestación física de una angustia profunda y silenciada. Comprender este comportamiento nos obliga a ir más allá de la superficie y a reconocer el sufrimiento real que se esconde detrás de cada cicatriz, cada corte y cada herida.

El camino hacia la sanación comienza con la empatía, el apoyo y la desestigmatización. Al educarnos y hablar abiertamente sobre este tema, podemos romper las barreras del silencio y crear un entorno donde quienes sufren de LANS se sientan seguros para buscar ayuda. Las lesiones físicas son solo un síntoma; el verdadero tratamiento radica en abordar las causas emocionales subyacentes a través de la terapia y el apoyo de sus seres queridos. La esperanza y la recuperación son posibles, y nuestro papel es ser un puente hacia esa sanación, recordándoles que no están solos en su lucha y que su dolor es válido. En Mente Sana, te invitamos a explorar cómo empezar a sanarte a ti mismo.

Referencia

Christine Moutier, (2023). Lesión autolítica no suicida.

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La autolesión no es un intento de suicidio. Es un mecanismo de afrontamiento. Las personas recurren a ella para manejar un dolor emocional insoportable. El dolor físico que se infligen les sirve para desviar la atención de la angustia psicológica, para liberar la tensión, para sentir algo cuando se sienten «vacíos» o para castigarse a sí mismos.
No. Aunque es posible que una persona busque ayuda a través de este acto, su objetivo principal no es manipular a los demás. Es una expresión de dolor. Creer que es un «llamado de atención» minimiza el sufrimiento y la desesperación que hay detrás de este comportamiento.
Las señales más comunes son las cicatrices, cortes, quemaduras o moretones sin una explicación clara. También pueden usar ropa de manga larga o pantalones largos incluso en climas cálidos para ocultar las heridas. A nivel emocional, es posible que muestren cambios de humor, aislamiento, baja autoestima, o hablen de sentimientos de desesperanza y inutilidad.

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Ronysmar Rodriguez
Licenciada en Psicología clínico, con experiencia en trastornos psicoafectivos, ansiedad y terapia de pareja. Enfoque en terapia cognitivo-conductual. FPV Nro: 10.247, con mas de 9 años de experiencia. Mis habilidades van arraigadas en principios y valores positivos, contando con resolución de problemas, comunicación asertiva, compromiso y responsabilidad en tareas y metas, discernimiento e intuición con sentimientos y emociones permitiendo así trasformar e impactar de manera positiva en la vida de mis pacientes.
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