Problemas de conducta en adolescentes: Guía para identificarlos y abordarlos

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Problemas de conducta en adolescentes

La adolescencia es una etapa de transición marcada por intensos cambios físicos, emocionales y sociales. En este periodo, es común que surjan comportamientos desafiantes o disruptivos. Sin embargo, cuando estas conductas exceden ciertos límites, pueden convertirse en problemas de conducta. Identificarlos a tiempo y actuar adecuadamente puede evitar consecuencias negativas en el desarrollo del joven y en su entorno familiar y escolar.

¿Qué son los problemas de conducta en adolescentes?

Los problemas de conducta son patrones persistentes de comportamientos que infringen normas sociales o afectan negativamente la convivencia, el aprendizaje o el bienestar del adolescente y su entorno. Estos pueden incluir desde desobediencia, agresividad verbal o física, mentiras frecuentes, hasta conductas delictivas o consumo de sustancias.

No se trata de simples “etapas” del crecimiento. Aunque ciertos desafíos son esperables en la adolescencia, es importante diferenciar entre lo esperable y lo preocupante. Los problemas de conducta en adolescentes suelen mantenerse en el tiempo, intensificarse o interferir en múltiples áreas de la vida, como la familia, la escuela y las relaciones sociales.

Causas de los problemas de conducta en adolescentes

Los problemas de conducta en adolescentes pueden estar asociados a múltiples factores, como problemas familiares, trauma, acoso escolar, dificultades de aprendizaje, trastornos del estado de ánimo o incluso trastornos de conducta diagnosticables: 

  1. Factores familiares
  • Conflictos o violencia familiar.
  • Falta de límites claros o supervisión inconsistente.
  • Modelos parentales negativos o poco afectivos.

  1. Factores sociales
  • Influencia de pares con conductas problemáticas.
  • Exposición a ambientes violentos o marginales.
  • Problemas escolares, como fracaso o acoso.

  1. Factores individuales
  • Dificultades en el control emocional y la impulsividad.
  • Trastornos neurobiológicos o del desarrollo.
  • Baja autoestima o problemas de salud mental (ansiedad, depresión).

  1. Factores contextuales y culturales
  • Estrés socioeconómico.
  • Falta de oportunidades o apoyo comunitario.

La predisposición genética puede afectar aspectos como la impulsividad, la regulación emocional y la susceptibilidad a trastornos mentales. Sin embargo, los factores ambientales son la fuente principal para su expresión. Estos factores suelen combinarse y amplificarse entre sí, influyendo en la aparición y mantenimiento de conductas preocupantes en adolescentes.

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Conductas preocupantes en adolescentes

Algunas señales de alerta que pueden indicar un problema de conducta incluyen:

  • Agresividad constante hacia compañeros, docentes o familiares.
  • Desobediencia extrema o rechazo a toda figura de autoridad.
  • Aislamiento social o vinculación con grupos de riesgo.
  • Mentiras compulsivas o manipulación.
  • Fugas del hogar, ausentismo o abandono escolar.
  • Consumo de alcohol, tabaco u otras sustancias.
  • Robos, vandalismo o violación de normas escolares.

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Problemas de conducta en el colegio

Uno de los contextos donde más se manifiestan estos comportamientos es la escuela. Los problemas de conducta en adolescentes presentadas en el colegio no solo afectan el rendimiento académico del estudiante, sino que también alteran la dinámica del aula, generando frustración en docentes y compañeros.

El adolescente con este tipo de conductas puede mostrar:

  • Interrupciones constantes en clase.
  • Falta de respeto hacia profesores y reglas escolares.
  • Agresiones físicas o verbales hacia otros alumnos (bullying).
  • Incumplimiento de tareas o ausencia reiterada.

Es clave que el colegio no solo actúe con sanciones, sino que implemente estrategias de contención, derivación a servicios de orientación escolar y trabajo en red con la familia.

Diferencia entre trastornos y problemas de conducta en adolescentes

Problemas de conducta en adolescentes y trastornos de conducta no son exactamente lo mismo, aunque están relacionados.

Los problemas de conducta son comportamientos desafiantes, disruptivos o inapropiados que pueden presentarse en adolescentes, como desobediencia, agresividad o incumplimiento de normas. Pueden ser puntuales o circunstanciales y no siempre implican un diagnóstico clínico.

Sin embargo, los trastornos de conducta son diagnósticos clínicos definidos en manuales como el DSM-5, que incluyen un patrón persistente y grave de comportamientos antisociales, agresivos o violatorios de normas y derechos de otros, con un impacto significativo en la vida del joven y su entorno.

Si bien, los trastornos de conducta son problemas de conducta, no todos los problemas de conducta llegan a ser trastornos clínicos.

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Abordaje 

El abordaje de los problemas de conducta en adolescentes requiere una evaluación integral que considere aspectos clínicos, familiares, escolares y sociales para identificar factores que mantienen o agravan estas conductas. Tras ello, se debe integrar con intervención psicoeducativa para mejorar la comunicación familiar, establecer límites claros y fomentar habilidades sociales y de resolución de conflictos.

  • Evaluación integral: Clínica, familiar, escolar y social.
  • Intervención psicoeducativa: Comunicación, límites y habilidades sociales.
  • Terapia psicológica: Abordaje de modificación de pensamientos, conducta y favorecimiento de regulación emocional.
  • Coordinación escolar: Adaptación del entorno y apoyo educativo.
  • Apoyo social y comunitario: Actividades recreativas y redes de apoyo.
  • Casos graves: Evaluación psiquiátrica y posible medicación.

Estrategias en terapia con el adolescente

  • Entrenamiento en habilidades sociales: Enseñar comunicación asertiva, resolución de conflictos y manejo de la frustración.
  • Técnicas de regulación emocional: Uso de mindfulness, respiración profunda y autoobservación para controlar impulsos y emociones intensas.
  • Reestructuración cognitiva: Identificar y modificar pensamientos negativos o distorsionados que influyen en la conducta.
  • Refuerzo positivo: Promover conductas adecuadas mediante recompensas y reconocimiento.
  • Terapia de exposición: En casos de ansiedad o fobias asociadas, enfrentar gradualmente situaciones temidas.

Estrategias para la familia

  • Sintonía emocional: Percibir, entender y responder adecuadamente a las emociones y necesidades del adolescente, desde la empatía y la recuperación de la confianza.

  • Establecer reglas claras y coherentes: Límites firmes pero justos que se mantengan en el tiempo.

  • Mejorar la comunicación: Practicar la escucha activa y expresar afecto de forma clara, y la molestia con respeto y tono calmado. 

  • Apoyo emocional: Ofrecer contención, permanecer con disponibilidad afectiva, y validar sentimientos sin juzgar. Implica a su vez, no invadir y dar espacio para una autorregulación en caso de ser necesario. 

  • Fomentar la participación positiva: Involucrar al adolescente en actividades familiares y toma de decisiones.

  • Entrenamiento en manejo de conductas: Técnicas para responder adecuadamente a conductas problemáticas, evitando castigos excesivos.

  • Refuerzo positivo: Elogios, privilegios, actividades agradables). 

  • Economía de fichas: Sistema de recompensa en el que el adolescente gana fichas o puntos por comportamientos positivos, que luego puede canjear por privilegios o recompensas.

  • Tiempo fuera: Retirar temporalmente al joven de una situación problemática para que se calme y deje la conducta inapropiada.

  • Modelado: Se demuestran conductas adecuadas para que el adolescente las observe e imite.

  • Entrenamiento en autocontrol: Identificar sus emociones y usar técnicas como la respiración profunda para manejar impulsos y evitar reacciones negativas.

  • Contrato conductual: Acuerdo escrito donde se establecen objetivos claros de conducta y las consecuencias positivas o negativas asociadas a su cumplimiento o incumplimiento.

  • Reestructuración de consecuencias: Aplicar consecuencias lógicas y relacionadas directamente con la conducta para que el adolescente entienda el impacto de sus actos y aprenda a modificar su comportamiento.

Lee también: Crianza: Un Camino de Amor, Límites y Crecimiento.

Conclusiones 

Comprender qué son los problemas de conducta en adolescentes y cómo afectan al menor y a su entorno, es el primer paso para intervenir de forma efectiva. 

La adolescencia es una etapa compleja, pero también una oportunidad para reorientar comportamientos, promover la reflexión y construir vínculos saludables. Con acompañamiento, contención y estrategias adecuadas, es posible transformar estas conductas en aprendizajes significativos para la vida.

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Referencias 


Comité de Adolescencia de la Sociedad Uruguaya de Pediatría  (2002). Trastornos de conducta en la adolescencia. Archivos de Pediatría del Uruguay73(2), 78-79.

Peterle, C. F., Fonseca, C. L., Martins de Freitas, B. H. B., Gaíva, M. A. M., Diogo, P. M. J., & Bortolini, J. (2022). Problemas emocionales y de comportamiento en adolescentes en el contexto de COVID-19: un estudio de método mixto. Revista Latino-Americana de Enfermagem, 30(spe), e3743.

Wendt, Guilherme Welter, & Koller, Silvia. (2019). Problemas de Conduta em Crianças e Adolescentes: Evidências no Brasil. Revista de Psicologia da IMED11(2), 129-146. 

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No necesariamente. Algunas manifestaciones incluyen desobediencia, mentiras o aislamiento sin violencia directa.
No. El castigo sin comprensión ni acompañamiento puede empeorar la situación. Es más eficaz establecer consecuencias coherentes y trabajar desde el refuerzo positivo y la educación emocional.
Sí. Una crianza basada en el afecto, los límites claros, el diálogo y la participación activa en la vida del adolescente es fundamental para la prevención.

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Imagen de Juliana Urioste Sotomayor
Juliana Urioste Sotomayor
Licenciada en psicología, con diplomado en psicología clínica y maestría en Psicoterapia con EMDR en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Matrícula Profesional U-10336407. Con experiencia en trastornos de estrés y trauma, esencialmente diagnóstico de Trastorno de Estrés Postraumático y disociación, así como experiencias adversas infantiles, desde el enfoque integrativo. Manejo de la intervención en población adulta e infanto-juvenil, a partir de una mirada integradora, encaminada al desarrollo de habilidades y comprensión interna. Actualmente incluida en el equipo de apoyo para la formación como facilitadora y supervisora del Entrenamiento Oficial de EMDR América Latina.
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